
Es de suponer que en su paradójica visita realizada a la capital mundial de la persecución al castellano, su actividad cotidiana no se habrá visto alterada y habrá podido alojarse en cualquier hotel, viajar en taxi, tomar café, comprar periódicos, conceder ruedas de prensa, sin necesidad de utilizar el idioma vernáculo; así como tampoco impedir cobrar la suculenta cifra de 600.000 euros; porque ya se sabe que la pela es la pela... en ruso, aleman, castellano, polaco y chino mandarín.