14 marzo 2008

Vicios privados, virtudes públicas

La semana ha estado movidita. La guinda la han puesto unos servidores públicos sorprendidos en falta. El primero de ellos el gobernador demócrata del estado de Nueva York, Elliot Spitzer abanderado en la defensa de la moral y famoso por su particular guerra contra la prostitución, ha sido sorprendido en un escándalo sexual solicitando los servicios de una prostituta de lujo.
El segundo de los casos salidos a la palestra, ha estado el del Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Palma Rodrigo de Santos, al cual la Fiscalía Anticorrupción le ha detectado unos gastos de 45.000 euros en locales de alterne para homosexuales.

Dada la gravedad de los hechos reseñados, quisiera incidir en unos detalles de ambos casos que me han llamado la atención.



En el primero de ellos, me llama la atención la presencia de la mujer del gobernador en la rueda de prensa donde él reconoce todo de lo que es acusado. ¿Acaso tiene que dar ella alguna explicación sobre la actitud de su pareja? ¿No es suficiente con compartir su vida con semejante individuo, que encima tiene que mostrar públicamente la verguenza de su adulterio? ¿Alguién cree que en caso contrario, es decir, en el supuesto de ser la mujer la protagonista de un caso similar, su pareja accedería a äparecer delante de la opinión pública como muestra de comprensión y apoyo?. Yo realmente creo que no.





El segundo caso, el de nuestro compatriota Legionario de Cristo, es un caso de una golfería sin límites. Cada cual con su dinero es muy libre de apetecer toda clase de deseos sexuales sean del orden que sean. Pero cuando se usa el dinero público, el asunto deriva en una amoralidad que debería estar severísimante castigada por la ley. No sirve que tras la denuncia del caso, haya devuelto el dinero.
Pero lo que realmente es escandaloso es que en este país parece ser que a algunos cargos públicos su nombramiento, aparte de estar generosamente remunerado, (se dan casos de alcaldes de ciudades medianas que se acercan o superan en sueldo al presidente del gobierno) lleva implícito la entrega de una tarjeta de crédito para no se sabe ciertamente qué. Ahora que está tan de moda la publicación de balanzas fiscales creo que resultaría un ejercicio muy sorprendente el conocer los gastos que realmente son sufragados con dichas tarjetas, y que mucho me temo que visto lo visto, son usadas con una generosidad pasmosa. Este caso a salido a la luz por la desproporción y el motivo de los mismos; pero si el gasto hubiese sido más moderado ¿realmente hubiese llegado a la opinión púbica?.
Las partidas de sueldos y gastos en algunos ayuntamientos de este país están siendo protagonistas demasiadas veces en los noticiarios y no precisamente por ser empleadas en paliar la injusticia social y el bienestar de los ciudadanos.
Es urgente legislar y limitar de alguna forma las remuneraciones en los Ayuntamientos; o cuando menos, la transparencia de las mismas, de la misma forma que són publicos los sueldos de los diputados, senadores y miembros del gobierno, deberían ser públicos los de los alcaldes de ciudades con un mínimo de habitantes. ¿Porqué no se aplica la misma norma en la administración local?

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